Por Cecilia De Alba Narváez

Comisaria de Familia

La población colombiana, con su larga historia de guerras intestinas, paramilitarismo, narcotráfico, extorsiones, violencia intrafamiliar, maltrato escolar e infantil; toda una receta de conflictos y violencias, que arroja como resultados una tasa de 4.7 de enfermos con depresión, más alta que la promedio mundial (4.4%).  

Los estudios del Ministerio de Salud, diagnostican que la depresión es más común entre mujeres y jóvenes, y su prevalencia es de un 15,8% en adolescentes, 4,7% en adultos entre los 18 y 44 años y 8,9% entre adultos mayores de 45 años.

El 80 por ciento de los adultos que llegan a consultas de Salud Mental con depresión ya había iniciado la patología en la adolescencia, una etapa en la que suele expresarse con alteraciones de conducta, como pueden ser problemas alimentarios o autolesiones. (Ortiz K. caracol.radio-2013)

Cifras que aumentaron después de la pandemia, el 44%  de menores presentan indicios de un problema de salud mental. Y los suicidios para el año 2021 cerraron en 2.595 casos, en el periodo enero – julio del año 2022 se presentaron 1.564 suicidios en todo el territorio nacional. (Medicina Legal 2022).  

Frente al panorama anterior, una gran cantidad de enfermedades graves como la esquizofrenia, la depresión mayor o el trastorno bipolar, quedan en un proceso de no tratamiento, por la carencia de psiquiatras, solamente se cuenta con aproximadamente 1.200 psiquiatras, es decir aproximadamente 2.5 psiquiatras por cada 100.000 habitantes, sin embargo la OMS recomienda tener 10 por cada 100.000. 

Y se encuentran concentrados en las ciudades capitales, población de municipios apartados carecen de este servicio de salud.

A pesar esta panorámica casi de emergencia que ha sacudido la salud mental de los colombianos, apenas ingresó al Plan de Beneficios en Salud en  el 2011. Este año se extendió la atención de la urgencia psiquiátrica y  hospitalización en salud mental al  Régimen Subsidiado. Y desde entonces  la consulta externa ha aumentado un 65 por ciento, pero se tiene insuficiente formación al respecto en los niveles primarios de atención y eso dificulta el diagnóstico y la atención oportuna. (Informe Minsalud).

Aún falta mucho para el efectivo acceso a la salud mental, esta debe ir de la mano con la salud familiar; se requiere que se involucre la familia, especialmente en la fase preventiva: familias sanas, individuos sanos.  Familias saludables, no disfuncionales, disminuye el riesgo del consumo de alcohol y drogas alucinógenas, de comportamiento agresivo y antisocial, de suicidios  y otras conductas  patológicas.

Se han presentado muchas dificultades para la atención adecuada, especialmente con el enfoque de atención primaria en salud, salud familiar y comunitaria, porque se carece de recurso humano capacitado, hay pocos médicos especializados en salud familiar, igualmente técnicos, tecnólogos de la salud,  psicólogos y trabajadores sociales.   

Se debe aprovechar con la Reforma a la Salud incluir en el sistema de atención primaria el fortalecimiento de los servicios de salud mental preventiva, y de atención en casa, porque la atención directa de la familia sería la mejor manera de prevenir el aumento de estas enfermedades. 

Debe ser una prioridad el estímulo a la preparación de los médicos y  profesiones sociales afines a la especialización en salud familiar, así como la especialización en psiquiatría, incluyendo la psiquiatría infantil. 

La orientación directa al grupo familiar con equipos sicosociales, para educar a las mujeres y hombres en las  relaciones de parejas con equidad y en pautas de crianzas saludables, debe ser un pilar de la medicina familiar.

Finalmente se insiste en la urgencia de regresar el servicio de psicorientación en los centros educativos, que tanto necesitan nuestros niños y niñas.